Un ejército de liberación ideal.


Un título bélico apropiado para una época en que la estupidez de unos pocos afecta demasiado a muchos.

Cuando aquellos inmaduros incapaces de darse cuenta de que lo son y son casualmente los que ejercen jerarquías de poder en gobiernos o en instituciones oficiales y no tan oficiales, el mundo parece volverse conflictivo.

Pero esto se debe a que son líderes de la vieja escuela, corrompidos en sus fueros más íntimos. Ni siquiera necesita de haber un complot u organización detrás de estos personajes que aún promueven ignorantemente la guerra cómo método de “paz” o “libertad”.

Lo cierto es que esta idea tan precaria no es solamente en las altas esferas, sino que en la vida cotidiana se vive una guerra constante de unos que quieren controlar y reglar a otros, siendo ésta la manera más contraproducente y contraria del bienestar, pero con gran popularidad.

La sobrevaloración más insólita.



Alguien le hizo este planteo a Jacque Fresco:

¿Por qué usted, siendo tan inteligente, no es millonario?.”

Y él respondió:
¿Por qué usted, siendo millonario, no es inteligente?”.

Es conocido que las personas somos heterogéneas de cierta manera, tenemos habilidades y gustos diferentes. Podemos compartir unos y otros alguna característica o no, pero esa variedad no necesariamente significa que unos sean superiores o más valiosos que otros.

Pero es notorio que hay una habilidad particular que tienen algunos y que está algo sobrevaluada, al punto de creer que esa habilidad es un don y una virtud, algo que destaca a la persona grandemente, poniéndola por sobre los demás, como una especie de gurú del éxito.

Esa habilidad particular es la de hacer dinero, es decir, la de generar riqueza monetaria y con ésta ubicarse a sí mismo en una posición de comandante de aquellos que están a su servicio por el dinero que éste les otorga.

Lo más extraño de todo esto es que muchos creen que para tener esta habilidad hay que ser inteligente o en su defecto astuto y no necesariamente es así.