El amor no vulnera, invencibiliza.



Se ha hecho del amor un drama, ¿y para qué?.

Es algo reticente la idea tan errada como popular de que las personas sufren por amor. Eso no puede ser posible, de hecho, es imposible. 

Corazones rotos que se cierran para no volver a ¿amar?. Suicidas que mueren por ¿amor?.

El amor dista mucho del sufrir. ¿Cómo puede alguien que ama, sufrir?.

Algunos muchos dogmas disfrazan a sus santos mártires de amor como una muestra a la humanidad de lo que le espera al que ama. Se puede ver el fin de Jesús, aún sigue exhibido con orgullo en muchos templos clavado y sangrando en una cruz. Murió, no sin antes padecer, por el amor a la humanidad. Un amor ciertamente tentador para cualquiera. Para cualquiera con algún desorden mental.

Mientras se siga creyendo en la idea de que el amor trae sufrimiento a la vida de la persona, pero que vale la pena porque le hace humano y bla, bla., el mundo será una pesadilla para quien quiera convivir con esa idea.

Hablar de amor incondicional es una redundancia, porque el amor en sí mismo no es condicional nunca y si lo es, naturalmente, no es amor.

Y es justamente ese pseudoamor el que hace sufrir. Pero es simplemente porque no se está amando.
Aquello a lo que se llama amor se lo asocia con una especie de balanza donde uno deposita primero su parte esperando una contrapartida del mismo peso (según la propia estimación). Otra posibilidad es a la inversa, si otros me dan me siento en deuda y busco devolverles, a esos y no a otros.
O, puede darse el caso de aquellos que se sacrifican por otros juzgados débiles, desdichados e incapaces de realizarse por sí mismos, y a esos sólo se les da y ese hecho engrandece a la persona (ego) porque está dando a aquellos incapaces de devolverle en la misma medida, de esa manera aparenta estar lleno de amor.

Definitivamente, nadie que menosprecie, de la manera que sea, a otro,  puede estar sintiendo amor. El sólo hecho de ver el sufrimiento, la desazón, la pobreza, el odio, la perdición, etc. es muestra de que quien mira tiene un interior desprovisto de amor y lo juzga fuera.

Proyectamos lo que sentimos y sentimos lo que proyectamos, porque así es como funciona la mente.
No está fuera lo que no está dentro”.

Mirar con lástima y dolor a alguien no le transmitirá amor, no le hará sentir mejor, no le brindará más que la confirmación y agravamiento de una situación que puede ser devastada por alguien que ama.
Difícilmente alguien pueda definir el amor, porque éste no tiene una forma específica. Puede creerse que alguien amigable, cálido, caritativo o amoroso, ama, pero no necesariamente es así.

El amor no toma formas preestablecidas y juzgadas como amorosas.

Hay una frase que dice: “Ámame cuando menos lo merezca porque es cuando más lo necesito”.

Y ocurre a veces que las personas están tan convencidas de que no merecen ser amadas que cualquier indicio de amor les pone a la defensiva y lo identifican como un ataque. 

El amor puede tomar forma de ataque para aquel que se autocondena, por lo que sea, y busca reforzar esa condena a cada momento.

Podría decirse que el amor se parece más al egoísmo. Ese sentimiento que primero mira para adentro y luego busca el propio bienestar. Parece una locura, pero no lo es.

Toda la educación religiosa-moral se esforzó en grabar a fuego la idea de que ser egoísta es malo. Uno debe pensar en los demás incluso antes que en uno mismo. ¿Y cómo se supone que uno piense en los demás si no es los demás ni su sentir?.

Puede llegar a percibir a otros y a experimentar empatía, aún así, no sirve de mucho el efecto contagio de aquellos que están mal para los que eventualmente están bien.

El amor se manifiesta de maneras insospechadas y es incompatible con el juicio moral de la razón.

Y si hay algo cierto es que no debemos esforzarnos en amar porque en ese sentido comparte la naturaleza del sueño. Si pensamos en dormirnos, si nos esforzamos en dormir, no lo conseguimos, pero si nos dejamos caer en el sueño sin resistencia simplemente, nos dormimos.

El amor se manifiesta cuando dejamos de resistirnos a él.

Salud!



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