Misantropía crónica persistente.


El odio del humano hacia el humano es una práctica y/o sentir más común de lo que se cree.

Como una suerte de pseudo-humildad, no son pocos los que se refieren al ser humano, con una especie de auto-crítica despiadada, como una entidad despreciable, dañina, poco inteligente o incluso, inapropiada para vivir en el planeta, por su cualidad de altamente destructivo y apático con la naturaleza.


Un ejemplo podría ser esta frase de Sigmund Freud quién habría dicho algo como:



La más clara prueba de que existe vida inteligente en otros planetas, es que aún no han venido a visitarnos.”

Si se examinan las ideas que surgen cuando pensamos en el ser humano o la humanidad, de seguro nos encontraremos con un sentimiento de desprecio, un sentir implantado y latente en el interior que aflora de a ratos.

La concepción que se tiene, en líneas generales, del ser humano, no es muy alentadora, sobretodo, para los humanos.

Mimetismo. Falsa idea de las buenas relaciones.


En las relaciones personales es muy poco frecuente que emerja el amor, pero no porque no esté ahí o no sea posible, sino porque como opción más “fácil” y “rápida”, que suprime toda posibilidad de experimentar el amor y aunque con un precio muy caro, aparece el mimetismo.

Es muy común creer que para llevarse bien o entenderse con alguien hay que ser “igual”, en el más superficial de los sentidos, y se busca la mimetización que, a veces, es la forma de alago o muestra de cariño que se cree benéfica, pero que no lo es.

No puede ser benéfico tener o querer relegar ser lo que uno es por alagar a otro,sea por miedo a no ser aceptado o por temor a la discordia y la pelea. 

La mimetización implica que hay alguien que está relegando su propia unicidad por “encajar” o por no causar discordia.

Volver a la gratitud.

Pueden parecer algo alejados, de lo que suele ser considerado como salud, aquellos artículos destinados a las formas de pensamiento y creencias reinantes en la mente.

Pero viéndolo desde el punto de vista de que toda enfermedad se origina en la mente, independientemente de las explicaciones que intentemos darle a aquellas enfermedades congénitas o de los niños al nacer, tiene sentido.

Quizás resulte polémico este planteo, si se lo juzga desde razonamientos prácticos y por qué no, materialistas, pero también puede ser alentador saber que la salud depende netamente de una re-educación y re-estructuración en el pensamiento de quien tiene el convencimiento y juzga su falta de salud.

Retomando la idea de que desde el pensamiento voluntario y consciente uno mismo puede prescindir de la necesidad de manifestar enfermedades en su cuerpo porque deja literalmente de creer en que éstas puedan existir sin el aval de su mente...

Y si se considera que las personas que experimentan malestar, no están en paz ni son felices, y que ésto es el resultado de no reconocer la propia valía a nivel mental porque ésta fue desplazada por la valoración de lo superficial, o sea, del cuerpo.

Como herramienta de sanación de falsos valores en la percepción existe la práctica de la gratitud. Ésta implica el reconocimiento y el reordenamiento del pensamiento a una forma armónica que indefectiblemente se reflejará en el cuerpo, porque éste siempre es un reflejo de lo que en la mente mora.