Mal de muchos, publicidad de por medio.


Resulta inevitable no contagiarse de malestar cuando se sabe que tantas personas están mal. O al menos, así es cuando se desconoce el hecho de que empatizando con el malestar no se ayuda a nadie.

Pero este fenómeno es ampliamente conocido, sobretodo por aquellos que viven del miedo, inquietud e inseguridad de las personas vulnerables al manejo psicológico .

En este momento, en el mundo, hay de seguro una inmensa cantidad de personas que tienen cientos de razones para estar bien, tienen, si así lo deciden, muchos motivos para sentirse agradecidos, sin embargo, hay algo que lo impide y esto es la publicidad.

Es increíble como una razón de malestar publicitada tiene el poder de borrar las cientos de razones para estar bien.

Un sentido para todo.


Cuan necesario es el objetivo que impulsa el hacer... tanto que se volvió una adicción.

La razón de todo lo que se hace, el encontrarle un motivo, explicación o utilidad está volviendo triste a las personas.
Hay tantas cosas que no tienen ningún sentido pero que hacen tan feliz hacerlas.
¿Para qué hacer algo si no va a tener un rédito económico?, ¿cuál es el sentido de hacer algo que no tiene un sentido?, ¿para qué estoy haciendo esto?.

Quizás sea oportuno tomar consciencia del deleite que es hacer algo porque sí, porque surgió, nada más.

Por qué no comenzar a tomar unos segundos antes de responder a la pregunta, ¿y para qué?  y simplemente reconocer no saber.