El lado oscuro de la ecología.


Esta ciencia ha sido, como tantas otras cosas, tergiversada, mal usada, usada como excusa para respaldar actos por parte de diferentes organismos, o para disfrazar acciones contra el mismísimo planeta.

Se sabe que la palabra ecología tiene buena reputación y parece que todo lo que se hace en su nombre es bueno, pero ya sabemos que no es tan así.

Es, en apariencia, un artilugio muy útil para quienes quieren promocionarse políticamente, autovanagloriarse como defensores de la naturaleza y/o comercializar productos pseudo-ecológicos, etiquetando sus discursos de ecológicos.

Es más fácil temer al cáncer que hacer algo al respecto.


El cáncer evidencia el fenómeno común y habitual del temor a lo desconocido. Es cuestión de preguntarse, ¿Qué ocurre con el temor cuando aflora el conocimiento?,  o lo que es lo mismo, ¿qué ocurre con la oscuridad cuando se  enciende la luz?.

Esta enfermedad se ha convertido en un miedo compartido por aquellos que temen enfermar, y en una experiencia compartida por muchos que ya pasaron por ella.

Nunca hubo tanto acuerdo a nivel mundial como con el consentimiento de  la idea de temer al cáncer.

¿Por qué ocurre esto?, ¿promoción quizás?.

Los medios de comunicación y una variada gama de instituciones, científicas y no científicas, se han abocado a la tarea de promocionar esta enfermedad desde el temor, cuando paradójicamente se sabe que es el miedo el que alimenta grandemente a la enfermedad.

Al consumismo con consciencia.


Siendo que tantas fechas de diferentes calendarios han sido válidas para un solo motivo, el consumo, hemos pensado una forma de contrarrestar el efecto de éste, muchas veces nocivo, de la única manera posible.Con consciencia.

Resulta difícil para alguien que fue educado civilizadamente, con modos y costumbres diplomáticas, incursionar en la desafiante idea de no regalar diferentes artículos por diferentes motivos a diferentes personas.

Estos regalos, suelen ser vistosos, atractivos, coloridos y de una inutilidad asombrosa.
Pero lo que nos ocupa en este caso es disminuir la compra de artículos que, aunque brinden alguna utilidad, ésta no justifica el daño que causan en la salud humana y ambiental, como lo hacen, entre otros, la mayoría de los juguetes para niños.